09 junio 2019

La intimidad a los gritos

En el año 2008 comencé a escribir este blog. Recuerdo el pudor inicial de compartir escritos nacidos en la intimidad, que con un clic estaban expuestos a "todo el mundo".

Más de diez años han pasado y los límites con respecto a lo público y lo privado han cambiado radicalmente, sobre todo con la expansión de las redes sociales.

La vieja internet, aquella de las páginas webs y blogs, todavía proponen una vieja escuela, donde uno va a un sitio a buscar algo, lo lee, lo comenta: se escribe con más caracteres y se necesitan párrafos completos para expresar ideas.
Escribir un post en un blog es un acto mucho menos espontáneo comparado con la reacción rápida e inmediata sobre algún tema o contenido en las redes sociales. La paradoja es, que el escrito meditado y editado, permite una libertad y una sinceridad que en la interacción de las redes sociales es imposible. Lo espontáneo no es sinónimo de verdadero.
Lo público y lo privado ha sido siempre un tema interesante para los artistas, acostumbrados a expresar emociones o sentimientos sumamente íntimos a "todo el mundo" (¡no hay tanta gente en le mundo de la música contemporánea, ja, ja!).
Encuentro que lo que se muestra en las redes, en apariencia más expuesto, presenta en realidad una intimidad más evasiva, mucho más editada que un articulo publicado en un blog. Los posteos automáticos en las redes proponen una evasión sin misterio, con cierto aire de estafa.
Me subí al Facebook, hace algunos años, con reticencia, al año me borré (y borre todos los posts, uno por uno), me arrepentí, me volví a subir y me entregue.
L
a verdad es que las redes sociales me han acercado a muchísimos amigos, me han permitido compartir hermosísimos proyectos a la distancia y me han creado una familiaridad relajada con personas que están lejos, y que adoro. Todo lindo. Cuando era chica no teníamos ni teléfono de línea en casa. Tuvimos el primer teléfono fijo cuando cumplí 18 años. También por grandes periodos de mi infancia no tuvimos tele. Otro mundo.  El mundo de ahora, de internet y de las comunicaciones abiertas me fascina. Pero siento que las redes comunican tanto como descomunican. Cuanto más amigos virtuales tengo, más encerrada estoy en casa. Cuanto mas todo, menos de todo y todo así, siempre igual, todo igual, la misma nota… Pero ni la tele mató a la radio, ni internet mató a los libros. Creo que internet y las redes sociales, con los pro y contras, es la única cosa que me encanta de esta época compleja que nos toca vivir.