Cuanto más viajo más chato me parece el mundo... todo se está volviendo más y más uniforme: los mismos negocios, la misma ropa, los mismos libros. Los mismos muebles de Ikea. Y los mismos multifónicos en Japón, Alemania o México.
Vikingo es una película de José Campusano. Rescata en su
película una franja social que no se ve en el cine, la rica cultura de
las clases desposeídas. No tengo manera de hablar de esto. Lo mejor
sería no decir nada. Cualquier comentario, sobre todo elogioso, será
necesariamente clasista. Estas son las propias palabras de José
Campusano a raíz de otra de sus películas, El perro Molina:
Los diálogos que escribí para la película los he
escuchado yo, no me los contaron. Y los he escuchado repetidamente.
Entonces creo que los instalo con derecho. Trato de crear personajes
creíbles y evitar la impostación. Lo que la vida nos ofrece ya es por
demás generoso. Y también es imbatible porque es verdadero. Es cuestión
de parar la oreja. La gente del delito no habla como suponen muchos.
Hablan con propiedad, con agilidad y con autoridad porque aprendieron a
moverse en situaciones límite, no son personas comunes y corrientes.
Tienen una destreza porque la vida se les va en la aplicación de esa
destreza. El tema es que estas historias han sido contadas siempre por
pequeñas elites que viven en las grandes ciudades. Esas elites se han
adueñado de todos los canales de expresión: la radio, la televisión, el
cine... Y no conocen los periplos existenciales que se dan en los
sectores periféricos, sólo los aluden desde lejos, con una actitud
conmiserativa y estigmatizante. Han conformado estereotipos risibles de
la gente del conurbano. Cuando se muestra a alguien sin ningún grado de
complejidad, se lo está despreciando. Suelen aparecer muchos personajes
minimalistas, contemplativos, ¡parece que estuvieran sedados! Pero esa
introspección es falsa, es la única manera que encuentran de ponerlos en
una historia porque no los pueden abarcar como seres complejos.
¿No será entonces la clase media la que está sedada, la que mantiene
el status quo, la que maneja sus productos culturales en un círculo
inocuo, minimalista y contemplativo?
Muchas veces tengo muchas ganas de escapar. Estudiar abogacía, o
economía y hacer algo de verdad que ayude a mejorar las cosas. Después
vuelvo a mi amor, la música y no sé si es importante, pero quiero creer
que sí.
[La gente del delito... ]
Hablan con propiedad, con agilidad y con autoridad porque aprendieron
a moverse en situaciones límite, no son personas comunes y corrientes.
Tienen una destreza porque la vida se les va en la aplicación de esa
destreza.
Una vida que puede darse por una causa es una vida que se tiene.
Siempre me ha parecido que si no podemos dar la vida por lo que queremos
es porque nuestra vida no nos pertenece completamente.
Intercambiamos algunos emails con la pianista Malena Levin a propósito de una obra mía que esta estudiando, que duplica el piano en un casete pregrabado... Un poco de diferencia [de altura] es correcto. Si hay mucha diferencia de altura con el casete [más de cuarto de tono] suena desafinado (o suena como música contemporánea que es peor, ja ja ja!!).
¡Cuántos estereotipos que hay en lo que llamamos música contemporánea. ¡Los conservatorios compraron todos números de esa rifa! Lucio Capece, clarinetista amigo, dijo una vez: Lo que uno llama música contemporánea es la música europea posterior a las guerra mundiales. Es una música que expresivamente se corresponde con su lugar y su época, la devastada Europa de la post guerra. Los norteamericanos de ese momento bien entendieron que se podía hacer otra cosa... con una pequeña ayudita del imperio detrás, claro. ¡No es lo mismo patear calefones en Lanús en la fábrica del Cacho que patearlos en una party de Andy Warhol en pleno loft de Nueva York!
Disonantes, consonantes, pianísimos, multifónicos, determinados, randoms... que bonita paleta nos dejo el siglo veinte.