El yoga propone algo parecido: mantener el balance en una postura implica una suma de energías diversas, opuestas, complementarias y confluyentes. En el arte, el balance se relaciona con una idea amplia del concepto de armonía: los eventos o materiales se organizan equilibradamente de acuerdo a parámetros sutiles y variables. Todas estas ideas basan la idea de equilibrio como un estado en un campo fluctuante y en movimiento.
El flujo histórico no es una línea recta donde una ley armónica sigue a la otra y donde el ruido sigue a lo tónico. La historia es una melange donde todo convive a la vez. Se legitima el pasado a la vez que se lo neutraliza. Los antes y los después son categorías mezcladas y por lo general simultáneas.
Volviendo a los lenguajes artísticos, la pregunta es: ¿Cuál es el sentido de tanta abstracción en un mundo que se cae a pedazos? ¿Cuál es el equilibrio de este mundo que nos toca vivir aquí y ahora?
Una respuesta que me consuela es considerar la abstracción como una herramienta poderosa en una realidad salvaje. Es crucial seguir haciendo juegos mentales en un mundo hostil, como antaño dibujaban en la cueva de Altamira, mientras afuera se morfaban unos a otros y los meteoritos decoraban la tierra. ¿Antropología casera para justificar un par de multifónicos machucados? Y ojalá que no.
El equilibrio de las cosas, como en el cuerpo, se da de manera compleja. Diversas fuerzas se relacionan en el entramado infinito de causas y efectos. Y estoy convencida que los pequeños gestos también influyen en la maquinaria compleja del mundo. No me imagino un mundo sin arte.
Paradójicamente, el arte es especialmente importante para aquellos que no lo consumen explícitamente. Ellos, sin saberlo, se benefician de los efectos de su existencia (¡sí, ustedes, cabezas huecas!).
El arte hace un futuro mejor de verdad, no como el mundo mejor de Silicon Valley. Porque lo inservible del arte, su falta de utilidad y de propósito, es lo que lo hace esencial.
El arte no tranza ni consigo mismo (jamás), y si lo hace, se convierte inmediatamente en otra cosa que ya no es arte, porque el arte es la armonía transitoria de lo fluctuante y nunca el momento congelado.
Seguiremos trabajando, incansables al pedo y militantes de lo ínfimo.
Feliz año.