Cuáles son los clichés, los grandes clichés que se han vuelto carne: ser artista, el primer gran cliché. Otros son ser mujer, latinoamericana, argentina y la c… de la l…. Y después el conservatorio y las búsquedas personales que me llevan a los aparatos, la low-tech, el minimalismo. Pensar en una música pura se me antoja como pensar la música desde fuera de la música, imposible. Como mirar el propio ojo fuera del ojo. La música se piensa desde la música. La cultura se piensa desde la cultura y una se piensa desde una. No hay transmutación posible en esta perspectiva. Y si una piensa que no se piensa, fin de esta discusión y flotamos. El ojo ve todo pero no a sí mismo. La música no se oye a sí misma, el creador no se crea a sí mismo. Es un loop de sentido imposible, un rebote continuo en una sala de espejos. El original no puede ser visto más que a través de un reflejo. Nadie puede verse a sí mismo desde afuera “for real”. Simple. Es como escuchar la propia voz en un grabador. La grabación es más parecida a nuestra propia voz que la propia escucha al natural de afuera para adentro. Al natural se habla y se escucha a la vez, en unísono. ¡Cómo disociar ese acople!. Creo que mi hermana Gabi tiene mi misma voz. Cada vez que la escucho siento que soy yo, me pasa desde que éramos chicas. Tímbricamente, es lo más parecido a mí que conozco. Siempre que hablo por teléfono con ella, me confundo por unos milisegundos y creo que estoy yo del otro lado. Luego vuelvo a mí. La voz de mi hermana suena más parecida a la mía que mi propia voz en una grabación. Tenemos la misma carga genética, los mismos parlantes.