05 diciembre 2014

Cadáver exquisito 2.01

No hay duda de que la música de la médium Rosemary Brown, le fue dictada por los grandes maestros. Fuera de discusión.  El problema es que los grandes maestros desde el más allá, no hacen más que repetirse a sí mismos, reproduciendo sus grandes clichés históricos. Dejando de lado el tema de lo sobrenatural, pienso que repetirse infinitamente a través de los años no le hace bien a ningún compositor en el más allá o en el mundo de los vivos. Los compositores nos desactualizamos en un lapso de diez años, por poner un lapso de tiempo arbitrario.
¿Cómo sería nuestra música si seguimos componiendo en el mismo estilo durante 200 o 300 años?. Lo mismo ya no es lo mismo, como dice Nicolaus Huber. Las obras quedan frisadas en un momento histórico, reflejo de una comunicación intensa con un aquí y un ahora determinados. La obra queda y el compositor sigue camino. El arte, sobre todo el más sublime, no deja de ser una condición local, de barrio, se llame Weimar o Temperley. La música del pasado también comparte esa condición: fue presente en un espacio tiempo, y algunas de ellas tienen la propiedad de  poder reeditarse en otros tiempos. Hay músicas que se reeditan y otras no. Y eso no tiene que ver solo con la calidad mayor de la obra, sino con una serie de complejas coordenadas que consideran el gusto de épocas sucesivas. La música de Bach es una de las más reeditables que conozco: es a pruebas de balas. Por cuestiones de armado y de estructura es una música invulnerable a las centurias, a los instrumentos, a las versiones. Otras músicas son más perecederas. Están más atadas a los instrumentos y a cierta época.  Otro fenómeno interesantísimo es la ópera, también con una capacidad de edición absoluta a lo largo de las generaciones. Y cuando hablo de reedición hablo de reinvención. Autogenerase en otra época, es como autogenerarse en otra dimensión. Y aquí va la crítica, si se quiere, a los autores que dictan sus obras desde la posteridad. Estos autores están transmitiendo notas, seguramente ideas, pero las ideas no son nada si no están en diálogo con el tiempo. Esta reflexión amplia de los compositores famosos dictando sus obras desde el más allá se puede reducir a la vida de los mismos compositores en la tierra. Hay compositores que se empiezan a copiar a sí mismos en un momento de su vida; y vivitos y coleando, empiezan a “morderse la cola”. En realidad es casi una constante en todos los artistas y sería más edificante hablar de las excepciones. Stockhausen se ha convertido en muchas personas diferentes en una misma vida; o como John Cage, abriendo su círculo más y más y más, como un espiral originado en un punto único e indivisible, en expansión constante, aun hoy. Desde el más allá.