21 enero 2009

La vida es sueño

 Anoche soñé que tocaban una pieza mía para clavicémbalo. La obra del sueño era una mezcla de un cuarteto de cuerdas que terminé el año pasado y la obra nueva que voy a escribir para órgano (que en la vigilia no tengo ni idea de como va a ser).
Mi pieza era typisch Nederlands: virtuosa, disonantemente moderna, previsible hasta el infinito … que sueño... ah, no, cierto que estaba durmiendo... El concierto era en el Concertgebouw de Amsterdam (el teatro Colón de acá).
La gente, elegantísimamente kitsch, aplaudía entusiasmada, con ese tipo de aplauso “hueco” que más que medir el entusiasmo, mide el temor a algo que no se termina de entender mucho, un "no vayan a creer los otros que no me gustó".
En el sueño yo había llegado tarde al concierto (¡argentina de pura cepa!) y me había perdido gran parte de la música. Vi parte del concierto desde las bambalinas, por lo que veía al público de frente y a la intérprete de costado.
La gala había terminado. La clavecinista, vestida como una cantante de ópera, hablaba con uno del público ignorándome de soslayo, como si la obra la hubiera escrito un compositor ya muerto y yo fuera una mosca esotérica. Ella, había decidido, after-concert, que la pieza le interesaba… “Estudié la pieza casi una hora antes de venir al concierto” le decía al señor en frac de H&M - queriendo decirme “Viste, neurótica, tanta obsesión por el detalle y a al final, sin tanto estudio, ¡a la gente le gusta! Todo en un holandés que en el sueño milagrosamente entendía.
Me levanté, me hice un mate y pensé que con sueños así los psicólogos se morirían de hambre.