La acumulación de eventos hace que una obra parezca larga, porque el tiempo pasa de forma significativa: es un tiempo lleno de cosas. En todas mis obras hay una gran acumulación de materiales. A simple vista, mis obras son minimales, ya que las cosas están ordenadas, obsesivamente controladas. Materiales e ideas son muchas. Lo austero puede ser a la vez barroco, sobrecargado. Lo vivo en carne propia cada vez que tengo que cargar los objetos físicos para mis conciertos.
Siempre me ha interesado la síntesis. Tal vez sea meramente por una cuestión de supervivencia, para que las obras no implosionen bajo la densidad de su excesivo peso.
Voy desparramando las cosas no solo en el espacio, sino también en el tiempo. Y extrañamente, el resultado final se percibe como despojado.
Me imagino la escritura de una música como un puntito estático en un papel que esta constantemente en movimiento. El movimiento del papel es el que va dibujando las líneas. Siempre pa´delante. Reconstruimos el pasado veloz en forma fragmentaria gracias a la memoria. Siempre recordando y a la vez olvidando de donde veníamos.
Y pienso en César Aira, en las novelas donde, en la deriva de la escritura, se olvida de los nombres de los personajes, o se olvida de su sexo (si era hombre o mujer); o directamente se olvida a los personajes completamente en el medio de la trama y pasa a otra cosa, así nomás.
La forma ABA es una de mis menos favoritas.