27 enero 2014

Cotidiano

La poética del espacio de Gastón Bachelard es un libro exageradamente estético, bello hasta la fealdad.
Algunas ideas derivadas de la lectura...

No se trata de trabajar con los objetos en si, con su cotidianeidad, sino con su poética, con las sensaciones que generan, las memorias, los recuerdos, las construcciones fantásticas que nos provocan. El hombre común nos aburre, su poética nos encanta.


 

La contrapartida sería cuando el arte se incrusta en la vida diaria; los equívocos entre lo real y lo imaginario, en el mejor de los casos puede llegar a ser gracioso, pero por lo general es delirante y doloroso.
Entrar y salir de lo artístico, manejar sus límites, siempre ha sido una tarea confusa para todos los creadores, no exenta de dificultades y "precios a pagar". Proteger nuestra tarea, nuestra obra, no puede en mi opinión, ser más importante que cuidar nuestra sensibilidad y la de nuestro entorno.
Siempre me causó mucha angustia la película de Woody Allen La rosa púrpura del Cairo. En un momento de la trama, el actor sale del celuloide al mundo real para encontrase con su amada que lo seguía desde la platea. Fuera del film intenta manejarse con los códigos de la actuación que son los únicos que conoce, en situaciones verdaderas, como si la realidad fuera una continuación de la escenografía de la película.