En sus Notas sobre el cinematógrafo Robert Bresson escribe:
Lo que está destinado al ojo no debe repetir lo que se destina al oído.
Un sonido no debe acudir nunca en auxilio de una imagen, ni una imagen en auxilio de un sonido.
Estoy trabajando en mi proyecto “Dancing Windows” donde imagen y sonido se produce en vivo: música en vivo con flauta y objetos e imágenes en vivo proyectadas con una colección de proyectores análogos.
La tendencia primera es hacer coincidir todo y trabajar en sincronía. Ésta es, creo, el tipo de relación entre imagen y sonido más primaria.
En contraposición a la sincronía estaría la heterofonía, trabajando con dos planos independientes a la vez. La pregunta entonces sería: ¿cuál es el mundo donde estos dos planos disimiles tienen existencia? ¿Cuál es la relación entre las cosas, Foucault y bla bla bla?. Es una pregunta interesante y compleja ya que siempre hay un grado de relación entre las cosas, medidos en muchos casos no por el grado de cercanía sino por el grado de distancia.
Hay un tipo de relación entre imagen y sonido que estoy explorando en una obra llamada “Tekening” (dibujo en holandés) que es una especie de polifonía flotante, a la manera de Machaut y la polifonía medieval ...
En una nota aparte, cuando revelo mis fuentes mi temor es pasar por copiona, pero en realidad paso por mentirosa. Nadie ve la relación directa entre lo que hago y mis musas… para mi es tan claro, casi literal... mejor así, ja ja ja!.
En la misa de Notre Dame, las cuatro voces en contrapunto, parecen estar flotando hasta reunirse en perfecta consonancia al final de las frases. Hice un análisis de este trabajo hace unos años que pueden encontrar en antiguos posts.
En Tekening la música fluye en una línea temporal y la imagen se va moviendo también en el tiempo, por eso hablamos de polifonía. Hay momentos de sincronía al comienzo y al final de las secciones y hay pequeños momentos donde hay una sincronía perfecta en el medio del devenir. La sincronía funciona como una pequeña sorpresa en un mundo establecido. Construí toda la pieza para que se produzcan estos pequeños encuentros.
Hay una serie americana que se llama Fringe (¡me fascinan toooodas las series que hablan de mundos paralelos y viajes en el tiempo!) donde unos personajes, llamados observadores, viajan a través de las épocas. Como vienen del futuro saben todo lo que va a pasar. Cuando entablan una conversación con una persona del presente, los observadores duplicaban los comentarios de su interlocutor en el mismo momento en que estaban siendo formulados, haciendo unísono perfecto con el texto generado en vivo ante el asombro del otro (asombro también duplicado en vivo por el observador!).
En mi modesto trabajo la idea es que ambos planos, imagen y sonido, están flotando en un mundo afín. Pero en un momento pequeño, casi accesorio, gracias a las partituras y al ensayo exhaustivo, imagen y sonido se encuentran en unísono instantáneo: un pequeño momento de sincronía que nos permite tomar conciencia del estado desfasado de todas las cosas.