Avecillas sonoras que cantáis al sol Requiebros y amores con dulce primor, Parad, tened, parad el curso veloz, Porque esta dormido mi lindo Amor No me lo desveléis, no, ni le recordéis, no. Arrúllad, avecillas, con la suspensión.
Juan de Araujo
Música temprana, el grupo de Adrián Rodriguez van der Spoel presentó su disco “Avecillas sonoras” en el MG de Amsterdam. Se escucharon obras del barroco latinoamericano, principalmente de factura más clásica pero también una amplia gama de obras de índole más popular.
El concierto fue un placer, una fiesta de música “quasi clásica”, esa cosa traspolada que es el barroco traído por las misiones a América, donde se mezclan el filtro de la distancia y la extrañeza cultural, con las visiones de la música de los originarios de América.
Ese “entre medio” fue el tono del concierto. Ese entre dos mundos, lo nuevo y lo viejo, Europa y América, lo profesional y lo artesanal, lo clásico y lo popular. Toda la noche la música fue fluctuando como un péndulo entre polos distintos, quedándose por lo general en el medio, en suspensión, como dice la canción “Avecillas sonoras”.
Es interesante ver lo que pasa con esta traspolación Europea no sólo a otro continente sino a una cultura totalmente distinta. Hay algo que se pierde y algo que se gana en la transmutación del barroco descendido de los barcos. Las obras son en general un sutil cúmulo de rarezas formales, métricas, expresivas, instrumentales. Todo tiene una vuelta de más o de menos. Las frases son un compás mas largo, o más corto, como “Dime Pedro” o “Jesús Jesús”, o los acentos están cruzados dónde el 3/4 juega con el 6/8 - base de nuestro folklore-, o las mezclas instrumentales son eclécticas, cuando por ejemplo la guitarra barroca acompaña al órgano con un rasguido en un ejercicio de estilo a dos voces. Esta rara mezcla de elementos le da a la música mucha frescura y autenticidad.
Me parece que el tono que Adrián encuentra para la interpretación de esta música, ese “entre medio”, es lo más atrayente de su trabajo. Es muy interesante esa total espontaneidad para entrar y salir de los categorías, de lo clásico a lo popular, del rasguido al contrapunto de escuela, de la canción virtuosa a la balada expresiva, de la viola da gamba al bombo legüero, del canto impostado a la voz de peña folklórica. Es una música entre géneros, en suspensión .
La música académica argentina nunca ha sido muy flexible en relación a los géneros populares. Este me parece un lindo ejemplo de comunión de géneros.
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