Me cansa ahora lo que me fascinaba hace unos instantes: los colores del sonido, las técnicas instrumentales, los misterios de la notación. La música es siempre enigma y nunca oficio.
Se pierde el sentido cuando se intenta hacer coincidir “ese timbre orquestal” con el matiz del Rothko colgado en algun pliegue de nuestro museo conceptual. Seguro que Rothko estaba viviendo al filo de las preguntas cuando pintó Blue and Gray. Copiar sus respuestas es crear un refrito. Refrito Cage, refrito Feldman, refrito Nono. Los más cercanos, los más quemados. ¿De qué hablamos cuando hablamos de Cage?
Mark Rothko, Blue and Gray (1962)