08 julio 2016

Go

Hace veinte años que me dedico a la música contemporánea. Escribo una obra, después otra y así voy. Miro ahora el dibujo de mi carrera como si fuera el tablero del Go, el ajedrez chino, que ficha a ficha va dibujando  una línea compleja. El armado es lento pero una vez diseñada la estrategia, no hay manera de cambiarla.
Tomo aire y pongo la próxima ficha, la ficha mil. Con vértigo y a la vez con familiaridad.

Las callecitas de Düsseldorf tienen ese what the fuck!

La música contemporánea fue un acto revolucionario en mi vida. El mundo del sonido me abrió la cabeza y cambió mi vida para siempre; la música me hizo viajar, conocer personas, tomar decisiones importantísimas. Al comienzo fue algo completamente nuevo. La música contemporánea me mostró un mundo abstracto y revolucionario que con el tiempo se volvió un mundo concreto, parte de mi cotidiano y también una tarea.
 
Ese acto inicial hoy ya no tienen el mismo sentido. Lo que pasa con las vanguardias pasa a mini-escala con cada uno de nosotros: empezamos con un gran acto libertario que nos catapulta a otro lugar y luego nos acomodamos ahí y construimos algo. 
 
Hace 15 años me encantaba vivir en la Argentina y hacer música allá, pero un día vi el techo. Sabía que obras iba a componer en los sucesivos años, como iba a ser mi vida en Buenos Aires. Y me fuí a estudiar a Europa. En ese entonces la experiencia fue intensa y vital. Empecé de nuevo,
Paredón y Molkestrasse
Y me volví a acomodar. Debo confesar que me cuestan mucho los conciertos, las organizaciones y los lobbies. Creo que a la mayoría de los compositores. Mientras pienso como encajo en el sistema o no, me conseguí un trabajo de profesora de yoga.
No tengo nada en contra de las instituciones musicales de la música clásica. Es más, estoy a favor de ellas. Me parece fabuloso que un organismo tan aceitado, caro y que en términos del capitalismo no sirve para nada, exista en un mundo cada vez más pragmático.
Este post se refiere a una cosa mía, pequeña y privada. Lo que en un momento fue para mi un acto de libertad ahora no lo es. Todo empezó cambiando mi/el mundo. Y ahora todo se trata de encajar y de durar. Y eso hace un ruido que no me lleva a un lugar que me interese.
Seguir girando en los clichés me agota. Remar contra la corriente también me agota. Puede ser una gran tontería.
 
Con rumbo fijo
 Este año tuve una situación personal muy difícil que me hizo ver un montón de cosas de una manera diferente. Me enfermé y eso me obligó por un tiempo a vivir en un estado de pregunta pura, porque a veces las cosas no tienen solución. Viví en un acorde que no resuelve, en estado de gracia, o de desgracia, continua.
Tal vez abandonar el pasado es más difícil que enfrentar lo que viene, que de todas formas no está ahí hasta que está (chupate esa mandarina!). Ser profesora de yoga potencia mis frases de almanaque, sepan disculpar!
Y siguiendo en la línea de frases simples que sintetizan emociones complejas: sigo en la búsqueda de ese sonido que no sea "interesante", sino que me cambie.
David Lebón canta:
Yo te he visto en el pasado 
con tu cara de jarrón y tu mundo hecho de clichés 
Tengo la esperanza de encontrar un sonido 
y un amor tan grande que te pueda envolver 
por Dios escuchame.