La vida es tan loca como previsible. Cumplir los deseos en realidad se trata de abrir la puerta a cosas que ya están ahí. En el momento en que el deseo se vuelve lo suficientemente fuerte, los acontecimientos están allí para constatarlo, porque en realidad siempre estuvieron. El deseo no hace que las cosas aparezcan, nos hace a nosotros plausibles de verlas. El deseo no inventa las realidades, las descubre allí donde estaban. Es muy difícil soñar con algo realmente muy lejos de nuestra órbita, y a aquellos que pueden hacerlo, por lo general, no les causa mucho placer. Por lo general nuestros sueños están en el barrio: son cercanos, limitados y pequeños. Ir a un safari y cazar un león en África implica sencillamente levantar el c… e ir. Esa es la parte fácil. Todo el imaginario necesario para levantar el c… es la parte difícil. No se desea lo que no se conoce. Y eso es facilísimo de ver en los otros. Uno quiere lo que tiene, aunque sea una reverenda m... La realidad que uno es capaz de imaginar, es la realidad que se vive. Las otras, aunque estén allí, maravillosas y listas para ser tomadas, no son concebibles y hasta despreciadas. Y ese es el costado esquivo del deseo. Por lo general la palabra deseo tiene una connotación positiva. Pero se desea todo. Se desea el dolor, la frustración, se desean las limitaciones y los abandonos.
No nos creemos capaces de desear cosas negativas aunque lo hacemos todo el tiempo. Así como tenemos el germen de construir una vida, una casa, escribir un libro, tenemos los mismos gérmenes de la destrucción: lastimar a nuestros seres queridos, y lastimarnos profundamente a nosotros mismos. Es un combo y una cosa incluye la otra, ya que no existe el blanco sin el negro y el sonido sin el silencio. Y ahora viene la parte donde se dice que todo va a mejorar, pero no. En realidad todo lo bueno está allí si se puede ver. Filosofía dominguera. Internet es generosa y siempre nos da un lugarcito a todos.