27 enero 2015

Arte, arte, arte

Cada vez me interesa menos el circulo reducido de la música contemporánea en una torre que ya no es ni de cristal. Cada vez me interesa menos el deslavado rol del artista en la sociedad. Seguiría siendo fundamental si encuentra nuevos compromisos, fuera de la noción de carrera y de divertimento qualité.
No me imagino un mundo sin una energía estética tranformadora y visionaria... pero es que lo que nosotros hacemos está cada vez más lejos de eso. 
Igual mi corazón está más cerca de los "hacedores" que de los "habladores", les creo más.  
Creo que con repecto a "la función social del arte" volvemos al Renacimiento, cuando el artista es un artesano que bien hace una silla o compone una misa, compartiendo el mismo status social. Con el Romanticismo el artista empezó a ser un iluminado, un revolucionario, trayendo mensajes de otras realidades: dejo el taller para trepar a la torre de cristal.
Y ahora en pleno siglo... volvemos a la función más funcional del arte: divertimento, acompañamiento, decoración, wall paper.
La idea del artista iluminado es detestable. Pero la idea del arte que ilumina, que cambia, que mueve, que revoluciona, es fundamental.