16 octubre 2014

Wolfgang

Nada funciona en Alemania. Los trenes son un desastre, el cartero deja las notificaciones de los paquetes en la basura del edificio, el banco no te contesta los mensajes. El electricista se compromete a trabajar en tu casa y sencillamente no viene. No llama tampoco para cancelar. Una lo sigue esperando y haciendo nuevas citas durante dos meses sin calefacción. Instalar internet es un largo proceso que dura mínimo seis meses. Muchas excusas muy serias, eso sí. Siempre es tu culpa. También que llueva y se te inunde la casa que acabás de alquilar.
No creo en la eficiencia, no es un modelo que me ilusione especialmente. La vida es caótica e improvisada y eso me gusta más como patrón a seguir.
Pero los alemanes se creen que su país es un reloj y siguen obedeciendo las reglas como si todo funcionara y, créanme, no funciona. Es una ilusión colectiva que también ha convencido al resto del mundo.
Si el almanaque dice carnaval en Julio, prepará el pomo Wolfgang!