21 febrero 2011

Cine en Diemen

Mirando Stanley Kubrick con Edu, mi compañero de piso. Decidimos ordenarnos y mirar pelis por director (a ver cuanto nos dura el propósito!)
Primero, “The shinning”.

En síntesis: los grandes maestros de la historia de la música en una trama abarrotada y un escenario cargadísimo me dejaron agotada. El diseño de las alfombras del hotel, y los modelitos de ella, se llevaron todos los puntos.

Hoy tocó Odisea 2001.
Es una película de fines de los sesenta. La música en esta ocasión, al contrario de en “El resplandor” tiene espacio-valga la redundancia tratandose de un film de ciencia ficción-; hay unos maravillosos video clips de naves espaciales danzando el Danubio Azul y monos golpeando huesos junto al timbalista de “Así habló Zaratustra”.  
La película comienza con negro total y música de Ligeti, Atmósferas. Luego tiene un intermezzo nuevamente en black out y más Ligeti. Me encantó el negro, la pausa, la espera, como creando un marco anti-imagen, para toda la fotografía y la deliberación artística obsesiva que vendrá después en la película. 
Lo mejor: hay unas escenas preciosas de silencio total, cuando los astronautas están fuera de la nave, flotando en el espacio. Es inquietante escuchar nada. Sentarse a escuchar algo, que es la nada. Como un anti-marco a toda esa música llena de sentido.

Siempre tengo la sensación que los 60/70 fueron décadas muchos más experimentales que estos conservadores 00/10, que nos toca vivir, donde somos unos locos domesticados y previsibles.

Cuando veo películas tan buenas, me dan ganas de componer (inmediatamente). Adiós!