Me compré una agendita en el ferrocarril Roca (¡5 pesos!) volviendo de Capital a Temperley. Me insipiró a crear un tratado de orquestación de objetos por riguroso orden alfabético (el orden arbitrario del alfabeto). Los objetos del tratado son, por lo general, sonoros, aunque algunos de ellos, como linternas, molinillos de viento, etc. no lo son. A todos ellos, sonoros o no, los considero musicales.