16 diciembre 2009

Gespleten piano o el piano escindido

Gespleten piano es un poema escénico de 30 minutos. Incluye tres veladores, dos escobas (elemento arbitrario) y dos reproductores de casete; también hay un espejo colgado en el techo que refleja el teclado. El espejo fue lo más complejo de montar, ya que es muy difícil plantear, desde la audiencia, un punto de vista único con un espejo pequeño en un teatro con una boca ancha.
Toda la escenografía, a excepción del piano, entra en una valija.
La obra abre muchas preguntas: ¿qué significa un espejo reflejando los movimientos del pianista en relación con la construcción de la música (pregunta que dispara fantasías flamenco-renacentistas)?, ¿por qué la duplicación de los materiales sonoros (sobregrabación, ecos, repeticiones) desde el punto de vista de orquestación, ¿cuál es la articulación del sonido con lo visual desde la composición musical?
Encontré muchas otras respuestas en esta obra a preguntas que no tenía. 

Nota a posteriori (8/1/21)
Esta es la obra que escribí que más me gusta. La tocaron ya cinco pianistas diferentes con resultados diversos, algunos simplemente geniales. Es una obra que ha disparado otro conglomerado de obras, como por ejemplo el ciclo Spiegeltjes (Espejitos). La escoba la saqué de la obra, pero formo parte de The dearest dream. Las duplicaciones de casetes las usé extensivamente en La máquina del tiempo.
El problema del espejo en escena lo resolví de manera simple. Coloqué el espejo pegado a la parte izquierda del teclado, lo que prolonga el teclado y refleja las manos del pianista. Además es visible desde muchos ángulos.
No me interesa hacer una arqueología personal de mis trabajos y rastrear que influyó a qué, cómo y cuando. Lo que sí es interesante, es mirar para atrás y rescatar esos momentos de imaginación inesperados, impredecibles y arbitrarios que son el germen de lo que va construyendo lo medular en la música de uno.