02 septiembre 2009
La función hace al órgano
La expansión de las técnicas instrumentales me lleva necesariamente a una música fuera de esos mismos instrumentos: es una música hecha de gestos, de guiños, de expectativas, de sonidos periféricos, de movimientos, de luces. Una música de instrumentos cada vez más frágiles. Es como si las técnicas se hubieran expandido a una nada instrumental, donde paradójicamente, el instrumento sigue siendo de alguna manera el protagonista, pero como una aureola: el recuerdo de lo que era reemplaza a la vivencia. Pero no es un recuerdo basado en la nada, sino en prácticas que se alejan de su origen como las estaciones de un tren, que si bien mira para adelante, sabe de su pasado.
Aureola de órgano, de timbal, de nota. Un recuerdo de algo que era una trompeta. Tengo la sospecha de que cuanto más borroneados están los instrumentos, son más ellos mismos.
Los instrumentos van creando, en mi necesidad de decir algo, un nuevo mapa acústico, de regiones borrosas y de gestos fuertes. Lo que permanece es la notación, que abrocha estas vaguedades en un discurso pentagramado, como una manera de darle entidad a lo efímero y salvarse de la desaparición.
Mi pieza para órgano y dos percusionistas va a ser una pieza de hilitos colgando, de ventiladores y aire en movimiento. Una pieza hecha casi con nada. Y es ahí donde surge la pregunta de cómo hacer posible la convivencia de objetos frágiles y dispersos en un marco que les de sentido: como hacer que la nada sea consistente.
Hay un mantra que me acompaña. El mantra de las estructuras rígidas: una arquitectura sólida que luego llenaré de desasosiegos instrumentales.
Y así voy por la vida, entre la calculadora y la metáfora, entre la organología de los instrumentos y la ley de los objetos encontrados.
Es como si escribiera una música de símbolos musicales donde los objetos han sido pulverizados y solo quedara un vocabulario deshilachado en función de una gramática viva.
Mi estrategia es olvidar los instrumentos de a poco, pedirle a los luthiers que los vayan borrando, a los intérpretes que los extralimiten hasta la desaparición, a los compositores que los desvanezcan hasta que los instrumentos se vuelvan pura función, pura esencia.