11 mayo 2009

El punto ciego

Hace 7 años que estoy viviendo en Holanda y tengo que la sensación de que en este país soy invisible. No me estoy quejando ni lamentando de mi suerte, lo juro (¡por lo menos hoy!). Estoy pensando este tema como si yo no fuera yo y no tuviera ningún tipo de empatía con mi propia vida.
El punto ciego es la zona en el ojo desde donde no se ve. Siento que Holanda, por una cuestión de mentalidad, es mi punto ciego. Un punto desde donde mi música es invisible, un punto de absoluta soledad.
Las oportunidades que me he tenido en este país han sido por cuestiones más o menos azarosas. No tengo la sensación que hayan sido realmente por un interés en mi lenguaje salvo algunas excepciones. También conocí mucha gente fantástica que estaba de paso y se termina volviendo a sus países, como la trompetista canadiense Amy Horvey. Pero no tengo la sensación aquí de trabajar desde una plataforma, sino desde un picoteo con el exterior. Si hay plataforma es un mini aeropuerto privado.
La verdad es que como música he tenido muchas oportunidades muy lindas en otros países, incluido el mío. Lindos conciertos, lindas versiones de las obras, lindos viajes, linda recepción de algunos trabajos. Pero en Holanda las cosas no se terminan de armar, no fluyen. Tal vez no sea sólo Holanda (igual sigo creyendo que este país es muy raro) sino el lugar "x" donde vivo: siempre es más difícil construir una actividad regular en un lugar fijo a diferencia de intervenciones aisladas en lugares ocasionales (esas ciudades de la fantasía que se visitan poco en la realidad de los trenes y mucho con la imaginación).
Si pensara mi vida como la historia de otra persona, diría que me vine a Holanda para estar sola. Lo digo sin dramatismo, quasi poéticamente.

Nota a posteriori 5/1/21
Después de 18 años el sentimiento de extrañeza con este país sigue siendo el mismo. Estuve viviendo en Düsseldorf por tres años y la experiencia fue completamente distinta. Tuve la sensación desde el día uno de estar en casa. Nunca me sentí en casa en Holanda, a pesar de tener un novio holandés.
La reflexión que tengo en el momento, es que la cuestión geográfica que da cuenta de la idea de pertenencia ha cambiado radicalmente, especialmente en los últimos años, y especialmente en estos últimos meses de la pandemia del Covid-19. Puedo dibujar los mapas de mis afectos e intereses en un mapamundi salpicado. Y mi autorretrato de visibilidad artística está desparramado en el planeta.
Vivo esta situación como algo excepcional y placentero. Tal vez lo que quería era justamente esta soledad. Este mapa del mundo recortado. Este inmenso espacio para definir los bordes de mis elecciones. No es fácil pero tampoco es difícil. Era lo que yo quería. En los pliegues de esta casaca de artista, argentina y mujer me tomo cinco minutos de verdad.